Tiene una textura perfectamente tierna.
El dulce aroma de nuez sopla como un viento del desierto la ventana de la nariz y toca una parte muy antigua del alma.
Toca algo primigenia de la humanidad.
Se nota menos el sabor salado que la fugaz aroma del anarcado y de las trufas cosechadas de ayer.
Un rastro de la muerte y del sexo.
Así fue el primer encuentro entre el jamón de Guijelo y el chef y crítico de comida australiano Matthew Evans.
Escribe sobre su pasión por el jamón en la revista Australian Gourmet Traveller, que ha dedicado su último numero a España.
Ofrecen guías breves a Cádiz, Barcelona y Madrid (¿quieres un fin de semana tranquilo? No vayas a Madrid, una ciudad obsesionada por los mariscos y el fútbol).
Otros temas son esa antigua especia, azafrán, y el nuevo química de Ferran Adria (gracias a él, se puede comer el mar, es decir, un plato que se llama el mar y que consiste en nueve tipos de alga marina. A los comensales de la reseña algunos platos les resultan un reto u odioso).
La revista destaca dos restaurantes del estilo hispano-australiano. Los platos de Bodega, en Surry Hills, Sydney, incluyen Tomates rellenos de paella. Me parece que el otro - MoVida de Melbourne - es más tradicional; sirven, por ejemplo, croquetas de jamón ibérico y huevos.
Por cierto, ninguna palabra española lleva tilde en la gran mayoría de la prensa australiana. Gourmet Traveller, sin embargo, está enamorada de la tilde. Vas a encontrar en este número las palabras jamónería y jamónero. No pasa nada, podría yo recomendar la revista.
No comments:
Post a Comment