De repente me recordé de Santiago de Compostela. Estábamos soñando debajo del sol, a través del cielo de las hojas de parra.
Andábamos por el casco viejo y encontramos con un hotel pequeño muy majo. Cuenta con terraza, fuente, jardín y esta parra. Llegó a ser unos de nuestros favoritos lugares.
Era un otoño caliente y húmedo. Era otra vida.